Vuelve el sosiego y la tranquilidad. Las horas dejan de contar, los actos se celebran en la intimidad de los hermanos. En la comida de Hermandad, en las invitaciones de los hermanos mayores y los mozos son todo risas, coplas y comentarios sobe las fiestas vividas. El lunes, por la noche, nuestra Cruz vuelve a su ermita por última vez acompañada por los acordes de unos músicos extraordinarios, con un corazón y unas ganas tan grandes que provocan el estremecimiento en todos los presentes.
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